Quienes propician la guerra civil en pos de hacer prevalecer sus intereses bastardos, sectoriales, antinacionales y antipopulares, deben ser reducidos a la nada mediante la acción directa del pueblo, que es el depositario absoluto de la soberanía política y la ley pareja.
La situación boliviana está que arde, y no es la primera vez que la derecha racista, proimperialista, cipaya, sojera, narco y oligárquica enciende la mecha. Y tampoco es la primera vez que los medios «seriosx van en su ayuda para encender la hoguera de la guerra civil.
Desde que Evo Morales triunfó por primera vez en la Bolivia de los barones y terratenientes, en infinidad de ocasiones la ultraderecha fascistoide arremetió contra Evo y la revolución democrática y cultural.
Quisieron estos «blanquitos», encovachados en los llamados «Comités Cívicos» y partiduchos de la derecha rancia filofascista –filonazi, auspiciantes de las bandas fascistas que, a lo largo del tiempo, han cambiado sus nombres- Nación Camba, Juventud Cruceñista, Resistencia Juvenil Cochala, etc.- «voltear al indio» en variadas oportunidades y de diversas formas: –tratando de enfrentar a un Evo «moderado» con el «exguerrillero» García Linera– llamando a sectores de las Fuerzas Armadas y policiales a alzarse contra el Presidente, con cuentos diversos, como que no defendía Aguas del Silala y tampoco el Mar Boliviano frente a Chile; ‑boicoteando la economía a través de acaparamientos, bloqueos, incentivación del mercado negro, etc.- provocando mediante la violencia, la tortura y el asesinato a los Congresistas que, contra viento y marea, promulgaron la Nueva Constitución; financiando a grupos paramilitares contrarrevolucionarios, como el que acaudillaba Rosza Flores en el 2008, conjuntamente con uniformados argentinos genocidas y demás compinches, y otros hechos rayanos con la «barbarie civilizatoria» y racista que los identifica.
Lo que ocurre en Bolivia no es sólo una lucha de «blancos» contra «indios, como algunos quieren hacer creer de buena o mala fe. No. Es una lucha de ricachones y sus comemierdas variopintos contra el pueblo productor, trabajador y ahora empoderado por la administración del «indio». Ya lo decíamos en el 2007, al año de haber asumido Evo, en nuestro Boletín de Noticias de Bolivia, que editamos desde el 2006 a puro pulmón durante más de tres años. Y que hermanaba a Bolivia con Argentina subsumiéndola en el libertador Bolivar.
«La lucha de clases se profundiza en Bolivia, como era de esperarse, por cuanto ningún sector de la burguesía y el imperialismo regalan nada, nunca, a los pueblos. Sostuvimos ya varias veces que son democráticos y de almas bellas cuando les conviene, y autoritarios y de almas negras, cuando también les conviene. Su conveniencia alimenta sus tácticas y estrategias, carecen de principios éticos, morales y humanos y sólo saben reconocer a la fuerza del adversario como elemento esencial para tenerlo en cuenta. De nada valen los llamados al diálogo, a la cordura, a la bondad universal y a la fraternidad humana para la burguesía cuyo sistema, al decir de Carlos Marx en El Capital, «rezuma sangre y cieno desde su nacimiento». Los poderosos son pragmáticos e inventan tanto doctrinas belicistas como el fascismo, así como esotéricas, al estilo new age y otras parecidas, cuando son afines a sus intereses. Solo los mueve la ambición desmedida, lograda en base a la explotación y saqueo de los pueblos, montadas sobre su desmovilización y pasividad.» (editorial de Boliv_@r, Noticias de Bolivia, 25 de noviembre del 2007).
Dos meses antes, el comandante del Ejército boliviano, ese ejército que, al igual que las demás fuerzas no pudieron utilizar los golpistas de ese momento, sostenía en el día de la Independencia del país y frente a 4000 soldados, 2000 campesinos y 3000 originarios y en el mismo corazón de la reacción:
Hoy la institucionalidad de la Patria está amenazada por abominables enemigos que no están de acuerdo con nuestro desarrollo e independencia y, aprovechando las condiciones jurídicas de nuestro pueblo libre, se infiltran en las estructuras de la nación poniendo la seguridad, integridad y dignidad nacionales en un estado de zozobra, incertidumbre e intranquilidad (general Wilfredo Vargas, aeropuerto de El Trompillo, Santa Cruz).
Y nosotros, desde la Editorial de nuestro Boliv_@r, afirmábamos poco más tarde:
Buscando muertos, víctimas o cualquier argumento que pueda llevar agua a su molino, la burguesía cruceña y sus acompañantes está empeñada en socavar las bases de la democracia boliviana y volver a imponer reflotados Banzers, Garcías Mezas, Gonis u otros exponentes de la fauna reaccionaria local.
No hay diálogo que los convenza. Ellos ven al diálogo como signo de debilidad y no de prudencia o madurez política, y ante cada propuesta gubernamental de dialogar montan nuevas provocaciones, visualizables en cantidad y calidad.
No se resisten, como buenos burgueses acostumbrados a vivir de la opresión y explotación ajena, a perder sus privilegios de clase y casta.
Hasta ahora buscan el enfrentamiento y no lo encuentran. ¿Hasta cuando y cuanto avanzarán en sus objetivos? (Boliv_@r, 20/10/2007)
Hoy, una vez más, los mismos de siempre vuelven a las andadas de siempre. Solo que la situación regional ha cambiado. Bolsonaro en Brasil, Piñera en Chile, Macri en Argentina, Lenin Moreno en Ecuador, el títere Guaido en Venezuela y otros de su calaña, contando con la prensa adicta y con el auspicio, el financiamiento y el apoyo de Donald Trump y su corte de monos con navaja en los EE.UU., apoyan sin cortapisas a Mesa, Camacho y todos los perros de presa de la oligarquía boliviana y el imperialismo. Y han provocado, y seguirán provocando, vandalismo, saqueos, asesinatos, agresiones de todo tipo, boicot a la economía y cualquier otro hecho que impida gobernar al «indio», ganador indiscutido de las elecciones, a quien con insolencia y mediante una «carta» se le exige que renuncie.
Ante esta situación, cabe preguntarse: ¿deberá el pueblo boliviano seguir aguantando agresiones, afrentas, torturas y asesinatos cometidos por estos cipayos, que actúan a cuenta y orden de gobiernos extranjeros?. ¿No es el momento de empoderar a obreros, campesinos, originarios y pueblo en general para que, movilizado y también armado, haga frente de una vez por todas a esa canalla reaccionaria?
Cuba, Venezuela, Nicaragua sandinista, han contado y cuentan con Milicias Territoriales. Conformada por batallones de trabajadores y trabajadoras, las Milicias, en caso de sabotajes, desmanes y conspiraciones armadas desatadas por los enemigos de la revolución, se encargan de custodiar los bienes de la nación: carreteras, depósitos de agua, escuelas, puentes, universidades, radioemisoras y televisoras, transportes, fuentes de trabajo, tierras y demás elementos que hacen a la defensa de la nación y signan las conquistas populares.
Las Milicias Territoriales no se contradicen con la existencia de Fuerzas Armadas, cuando estas defienden la soberanía del país frente a ataques extranjeros, ni de las fuerzas de seguridad, cuando cumplen en asegurar los derechos adquiridos por la población más pobre, la que produce los bienes del país. Al contrario. Las Milicias Territoriales, pueblo en armas, concurren a dar soporte a la defensa nacional e interior, a la par que a garantizar que ninguno de los miembros de esas fuerzas armadas o de seguridad escuche los cantos de sirena de los reaccionarios y golpistas y se preste a una situación de quiebre de la revolución democrática y cultural.
La creación de las Milicias Territoriales son, a la vez, expresión de ese cambio cultural que vive la nación, que se ha liberado del colonialismo externo e interno, de sus enemigos externos e internos en el marco del buen vivir.
El pueblo boliviano, como todos los del mundo, quiere vivir en paz y con justicia. Quienes propician la guerra civil en pos de hacer prevalecer sus intereses bastardos, sectoriales, antinacionales y antipopulares, deben ser reducidos a la nada mediante la acción directa del pueblo, que es el depositario absoluto de la soberanía política y la ley pareja.
Que el ¿hasta cuando? que ya exponíamos hace 15 años ante las provocaciones y agresiones violentas de los que estuvieron acostumbrados a hacer lo que quisieron hasta la llegada del «indio» al gobierno, se transforme en el «ahora es cuando» de la revolución boliviana, que necesita ser profundizada.
Y que es y será pacífica, si sus enemigos no pretenden destruirla.
El pueblo movilizado y armado es y será la fundamental garantía de su existencia y profundización.
Jorge Luis Ubertalli
Resumen Latinoamericano
8 de noviembre de 2019