El rechazo por parte del Senado de Estados Unidos a Debo Adegbile, nominado para ser jefe de la división deDerechos Civiles del Departamento de Justicia, es más que nada el triunfo del miedo y las mentiras sobre la razón y los hechos.
Adegbile, según todos los indicios, es un litigante capaz, bien calificado para el puesto. Pero los bullies de la calle Broad , también conocidos como la Orden Fraternal de Policía (FOP), tenían otras ideas y no permitieron que la verdad impidiera su agresión. En un alocado intento a hacerme daño a mí, ellos calumniaron a un hombre que no conocían ni querían conocer. Además, mancharon su propia Constitución, ya saben, ese documento que ellos juran obedecer, honrar y proteger.
Es una amarga ironía que al hombre nominado para el puesto más alto de la nación en el campo de Derechos Civiles le negaran el derecho civil del debido proceso de ley y el derecho humano de la autodefensa. Y eso porque se atrevió a hacer lo que los abogados de derechos civiles están obligados a hacer legal y constitucionalmente: defender a sus clientes. Por eso, un grupo de canallas le escupieron en la cara, y para negarle el puesto, contaron una sarta de mentiras.
¿Cómo le llaman a un país donde la policía decide quienes serán jueces, fiscales y funcionarios del gobierno? Nosotros lo llamamos un estado policiaco.
Y los escurridizos políticos que son pagados para apoyar este pacto también juraron defender la Constitución para luego hacerla trizas, así inaugurando una época que seguramente se volverá desastrosa para ellos.
El difunto Albert F. Sabo, un juez, el juez en mi caso, quien mostraba tantos prejuicios que se convirtió en una vergüenza para la judicatura, fue miembro vitalicio de la FOP. Los jueces de la Suprema Corte del estado de Pensilvania anunciaron con orgullo que habían aceptado dinero de la FOP, bajo el rubro de “contribuciones de campaña”, por supuesto.
Independientemente de que hayan sido comprados o intimidados, los miembros del Congreso millonario actual que ahora sólo cuenta con el apoyo de diez por ciento de la población para defender el uno por ciento más rico, han vendido lo que queda de sus almas al mejor postor.
Debemos evitar a los intermediarios y pegar un gigante billete de diez dólares en el podio del Congreso porque todos están en venta. Lo que nos demuestran es que lo barato sale caro.
Desde la nación encarcelada, soy Mumia Abu-Jamal.
–© ’14 maj
6 de marzo de 2014
Audio grabado por Noelle Hanrahan: www.prisonradio.org
Texto circulado por Fatirah Litestar01@aol.com
Traducción Amig@s de Mumia, México