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Ha seguido los pasos de Iberdrola en América Latina, centrándose en México y Brasil. Luis Miguel Uharte, profesor e investigador de la UPV-EHU, presentó hace unos días su trabajo «Multinacionales en el siglo XXI: Impactos múltiples. El Caso de Iberdrola en México y Brasil». Un estudio pormenorizado se desarrollará esta semana en el VII Curso Observatorio de Multinacionales de América Latina (OMAL), que se integra la «Plataforma 2015 y más».
¿Qué se puede destacar de la actividad de Iberdrola?
Que una gran parte de la información recogida contrapone de una forma muy drástica la imagen que siempre pretende proyectar de empresa verde y responsable, que respeta el medio ambiente. Esta investigación es un grano de arena que, desde la óptica crítica, intenta desmontar toda esa imagen falsa que proyecta la compañía que preside Ignacio Sánchez Galán.
¿A qué se refiere en concreto?
Si hablamos de la cuestión ambiental, escasamente un 15% de la generación de energía es energía renovable. El resto, dos terceras partes, es energía sucia, contaminante o de alto riesgo, la nuclear. En el caso de América Latina es más evidente y en México, también. La ligan a producción verde de los proyectos eólicos, pero solo suponen un 4% de la producción eléctrica de Iberdrola en ese país.
¿Enmascara la realidad?
Claro. Si intentaran utilizar el contraargumento de que antes sí pero ahora hay aumento constante de las energías renovables, no sería cierto del todo. La estrategia de la multinacional eléctrica vasca es de diversificación, no de apuesta por las renovables. En México está construyendo en consorcio una planta de cogeneración, que es energía sucia, y están vinculados a dos proyectos nucleares en México y Brasil.
¿Hay interés de ir a las renovables porque tienen ayudas?
Sí, el interés de Iberdrola por las renovables se debe a que son más lucrativas. De hecho, si se repasa la rentabilidad de todos los sectores, el más rentable es el de las renovables. Estados Unidos es paradigmático porque las subvenciones públicas son astronómicas. Solo desde esa óptica se entiende la apuesta por las renovables, pero con un fin lucrativo.
En el plano social, Iberdrola se presenta como una empresa socialmente responsable a nivel laboral, etc. Aquí no lo cumple, pero fuera, tampoco. Todos los testimonios recabados indican que conculca la libertad sindical y las condiciones laborales. Es preocupantes. En Belo Monte en Brasil, Iberdrola participa en un consorcio que se llama Norte Energía, que construye la tercera presa más grande del mundo. Hablamos de más de 10.000 trabajadores en una empresa descomunal y operan con «sindicatos amarillos», subordinados a la empresa.
¿Lo ha constatado en su investigación?
Así es. Se demuestra porque una parte importante de los trabajadores convocaron diversas huelgas a través de sindicatos espontáneos alternativos que tienen que crear para exigir condiciones laborales mínimas. No pagan horas extras. El 30% del salario que tenía que ver con el transporte ha sido suprimido. En condiciones de higiene y seguridad, los testimonios son dramáticos. También ha habido denuncias de trabajadores de Belo Monte que se les entrega comida descompuesta y algunos canteros de obra hubo acusaciones de que les daban para beber agua del río. El transporte que les lleva de la presa a la ciudad, unos 40 kilómetros, contaban que cuando llovía tenían que abrir los paraguas dentro del autobús.
¿Diría que Iberdrola consigue beneficios explotando ?
En México y Brasil consiguen mayores niveles de rentabilidad que en el Estado español o en Reino Unido. Es bastante evidente. Para que la empresa sea rentable, otro sector tiene que perder. En América Latina los que pierden son las arcas públicas porque se vendieron muy baratas las empresas públicas, porque están pagando pocos impuestos y porque se permite una legislación que impone una tarifa eléctrica muy alta. Y en el caso de las distribuidoras de electricidad están cobrando las tasas más altas del mundo. En Brasil Iberdrola a través de Neoenergía, que es su sello en Salvador de Bahía y Pernanbuco, está teniendo unos niveles de lucro increíbles.
¿Qué ocurre con la comunidad indígena en México?
Hay que entender la presencia de Iberdrola no como algo aislado, sino como parte del megaproyecto eólico transnacional. Hablar de Oaxaca, es hablar de proyecto que más que con un espíritu de impulsar las energías renovables, hay un espíritu de lucro. Diversas empresas eléctricas europeas y estadounidenses han encontrado el filón. Porque la velocidad del viento es adecuada. Estará compuesto por treinta parques eólicos.
La soberanía nacional ha sido cedida a las transnacionales. Se va a mercantilizar la generación eléctrica y, una parte, no va a ser para suministro a la ciudadanía, sino de autoabastecimiento de las empresas privadas. En este contexto de desembarco, entre ellas Iberdrola, ha generado un conflicto con las comunidades indígenas dedicadas a la agricultura, a una economía tradicional. Este proyecto ha puesto en riesgo su supervivencia y el modo de vida ancestral.
Nos dicen que Alemania está ganando la tercera guerra mundial, la de las finanzas, y ¿el Estado español está recolonizando América?
Hay que comprenderlo en el marco de una sociedad global. El capitalismo como sistema dominante está interconectado. Si no puede lucrarse aquí, va a otro lugar. El fenómeno multinacional en el Estado español surge en los años 90 con la entrada en Europa y la competencia del resto de empresas europeas. La vía fue acudir a América Latina. Desembarcar y aprovecharse de la desregulación que se impulsó en todo ese continente. En México se vuelve a esa narrativa de la colonización española. Así lo ven y es, cada vez, más claro.
¿Como se le da la vuelta?
Con investigaciones, potenciando agentes críticos frente a la concentración de poder que las instituciones apoyan. La gente en cada lugar debe organizarse y luchar por sus derechos.